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El tictac permanecerá sonando hasta la última página.

El redentor -2005- Jo Nesbø

En esta trama compleja variados fragmentos se agolpan y revuelan en un manso torbellino frente a nuestros ojos. Jo Nesbø los va dejando caer, con tino, en un desorden planeado. Poco a poco se irán asentando y dejarán al final de la novela unos perfiles que no quedarán pulidos hasta la última página.

Cronológicamente el grueso del argumento se extiende entre un 13 y un 22 de diciembre de 2003, aunque un primer capítulo se localiza en 1991. Una planilla perfectamente organizada, día a día, sujetando datos y más datos; curiosidades, opiniones y reflexiones.

Nos vamos encontrando los contenidos fijados en una geografía precisa; descritos, por momentos, con crudeza desafiante. Son como gotas de líquido espeso porque Jo Nesbø escribe alambicado. Tendremos que seguir con pulso firme los pasos de esta danza de personajes y hechos, dibujados en una creación laberíntica.

Parece que miramos lo que se encuentra detrás de un cristal. Policías y delincuentes actuando, en ocasiones con el rumbo perdido. Se cruzan, no se reconocen. Escenas simultáneas en espacios distintos se describen en fragmentos contiguos. Contrariados descubrimos que muchas veces los malos se escurren de las manos justicieras como sardinas crudas.

En el comienzo, el 13 de diciembre encontramos a Harry Hole en su despacho. Ha completado el expediente de Per Holmen. Caso cerrado: suicidio. Hole no está del todo convencido, su instinto se lo dice, nunca le ha fallado en ninguna de sus investigaciones.

Paradójicamente el libro empieza con una investigación que se clausura, pero es solo un espejismo, es entonces cuando todo se inicia.

Un disparo le quita la vida a Robert Karlsen. Las indagaciones sobre el asesinato desatan historias que permanecían hundidas en las aguas del tiempo, enredadas unas con otras y atadas al fondo cenagoso. El lector va a tener que meter las manos hasta el fondo para aclarar lo oscuro.

Se van a transitar muchos caminos, se han ido abriendo numerosas puertas, cancelas y portillos, y se han iluminado muchos rincones: las drogas en el primer mundo, la marginalidad que generan; los salvadores que tienen sus casas por limpiar; dignas instituciones carcomidas por la corrupción. Pequeños comentarios de temática diversa. Y la paradoja moral que rebota aún, cuando ya has cerrado la novela.

¿Cómo ha unido Nesbø la guerra de los Balcanes y el Ejército de Salvación noruego con el origen de la palabra "corbata"?

Con una labor de hilado muy fino y tupido.

Aquí no vemos a un policía que descubre, vemos al equipo que va descubriendo ante nuestros ojos. Resulta más complejo para el que escribe y más estimulante para el que lee.

“-Espera –dijo el guardia de Securitas–. Esto es un aeropuerto internacional y, aunque tengas identificación policial, necesitas una autorización para…

Se detuvo de repente. Harry había sacado un revólver de la cinturilla del pantalón, y ahora lo sujetaba en la mano.

-Digamos que, de momento, esto será suficiente. ¿Te parece? Harry no esperó respuesta.”

Este es Harry Hole, el detective de Jo Nesbø, el alma de sus novelas. Para él no existe la disciplina, existe la resolución del caso, restablecer el orden tras el caos.

Ejerce funciones de comisario en Oslo. Como decía su anterior jefe, que lo conocía y lo tenía en gran estima, es un policía brillante. En una ocasión lo describió como un alcohólico arisco de un metro noventa y tres. La música de su colección de discos acompaña sus malos momentos.

Un investigador solvente, eso es lo que necesita el lector, sentir que el policía sabe lo que hace. Gran observador, nos hace disfrutar con sus percepciones y con sus deducciones, que sabemos, o sabremos, absolutamente acertadas.

¿Hombre duro? Es incapaz de decir una palabra de aliento a sus colaboradores cuando aciertan. Se lo reprocha para sus adentros. Es incapaz de someterse al amor, porque teme que alguien pueda sufrir por él. Confiesa que es un hombre solitario porque asegura que no quiere arrastrar a nadie en su caída. Eso lo decía mientras “expulsaba oes de humo hacia el techo”, echado en el dormitorio de una mujer, “él encima del edredón, ella debajo”. Ella se admira ante sus citas literarias: ¡un policía que lee! Demasiado tópico. Hay algún otro comentario manido en el libro.

Algunos detalles, que al comienzo de la lectura no parecen albergar ninguna importancia, crecerán más tarde hasta hacerse claves. Nesbø va calibrando lo que muestra y lo que oculta. Hasta la última línea no podemos bajar la guardia lectora, brota la información hasta la última letra.

 

 

 

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