El tiempo de las moscas -2023- Claudia Piñeiro
“Yo no me considero una asesina, yo no quise matar a una mujer, quise matar el dolor que me provocaron. Matar un dolor inconmensurable.” Inés Experey evoca cómo la rabia de ser burlada llevó a Inés Pereyra a disparar contra la amante de su marido.
Los dos nombres se refieren a la misma mujer, entre ambas se abre una sima de quince años.
Claudia Piñeiro contaba en Tuya cómo la rabia impulsó a Inés Pereyra a ingeniar el asesinato de Charo, que mantenía una relación con su marido.
Desde niña Inés había vivido sometida a las directrices de lo que había que hacer. Primero con su madre, que llegó a sugerirle que consiguiera a su marido forzando un embarazo; después con el esposo. Siempre actuó como le habían enseñado.
Ciega a lo que de verdad sucedía en su hogar, se creía una buena ama de casa, esposa conveniente y madre admirable. Pero todo era una enorme mentira que un día le explotó delante.
Ahora aquella mujer se llama Inés Experey (ex Pereyra) y ha pasado quince años en prisión. Claudia Piñeiro relata su historia en El tiempo de las moscas, secuela de Tuya.
Cuando comienza la novela ya hace dos años que Inés abandonó la cárcel. En las primeras páginas rememora sus últimos pasos por aquellos corredores; nunca una mirada atrás.
Al ver la luz exterior se sintió nacer por tercera vez. La primera había sido cuando la parió su madre –asegura- y la segunda cuando mató a Tuya, la mujer que le arrancó el velo que le impedía ver su propia realidad.
Poco nos cuenta Inés de la cárcel, parece que quiere olvidar aquello, supo aprovechar el tiempo: una cierta imagen amable de la prisión, rehabilitadora.
Allí conoció a otras mujeres, otros mundos femeninos que ella ignoraba en su vida anterior, demasiado ceñida a un círculo preciso.
Al poco tiempo de salir, se dio cuenta de que muchas cosas se habían transformado. En especial comprendió lo mucho que habían cambiado las mujeres en esos años. “Los hombres, no tanto; quedaron pedaleando en el aire pero de cambios, poco. Fueron años en los que ellas no pararon de reclamar y el mundo, tal como yo lo conocía, quedó patas para arriba. Supe de inmediato que iba a tener que hacer un curso acelerado para ponerme a tono con los tiempos.”
En prisión empezó a sentir una molesta mosca que se movía dentro de su ojo. Terminó simpatizando con ella y le despertó el interés de Inés por estos y otros insectos. Se hizo con todas las lecturas que la esforzada bibliotecaria le pudo ofrecer sobre el tema.
Aprendió todo sobre fumigación y al salir en libertad creó una empresa de trabajo a domicilio combatiendo todo tipo de plaga. Como se dice en la novela, la empresa tenía anverso y reverso, por un lado fumiga y por otro investiga. La Manca – su amiga de allá dentro- se ocupaba de este costado de la actividad.
El caso se activa cuando una clienta, que conoce el pasado de Inés, le pide que le consiga perfeno. Se trata de veneno, pero la fumigadora puede conseguirlo como profesional, sin levantar sospechas. El dinero no es problema, le alarga un sobre lleno de dólares, y eso es solo un adelanto.
Claudia Piñeiro ha sabido crear una ingeniosa trama detectivesca llena de ritmo y con muchos giros, anticipaciones y falsas certitudes.
En el tejado de este relato se producen algunas goteras por las que se filtran un cierto sentimentalismo fácil y algunos tópicos, que rechinan. La dolencia de la Manca y sus consecuencias; ¿su condición sexual la convierte en abnegada?; un primo que sufre a su mujer, ella le presentará a una chica que podría hacerlo feliz. La Manca tiene una clienta engañada con malas artes por su marido, que hasta consiguió quitarle a sus hijos.
¿Podemos hablar de novela negra? Sí, porque este género ha roto todas las costuras que se le hicieron. Aquí cabe todo desde la crítica a la injusticia hasta el desprecio por la corrupción de las instituciones. Cabe el humor y hasta el panfleto.
La autora se siente con una herramienta entre las manos con esta novela negra feminista.
Claudia Piñeiro grita al mundo desde las páginas de sus libros para que se tome conciencia. Nos interpela cuando escribe, piensa en voz alta.
“Los mundos íntimos, a veces, son pantanos en los que nos hundimos. Vaya una a saber qué hay debajo de tanta elegancia y buen pasar. Las mejores apariencias pueden esconder mucha miseria”. Así se refiere un personaje a la señora Bonar. El final subrayará estas palabras.
La sugestiva peripecia de la Manca e Inés se enriquece con dos relatos que ocupan determinados capítulos en los que se divide el libro.
En varios usa la primera persona para que casi en un monólogo interior Inés Experey se retrate desde lo íntimo. Ahora reconoce que su maternidad fue un fracaso, la confronta con la de su propia hija. Ahora, por esta circunstancia puede materializarse una nueva relación con ella.
Pero la novela va más allá porque Claudia Piñeiro crea un coro, como en las tragedias griegas. Comenta lo que está pasando en la novela. Se descuelga de la trama negra y acoge una asamblea permanente que apostilla sobre lo que acontece a las mujeres que recorren las páginas. Se lanzan preguntas que se quedan clavadas en los que leen. ¿El asesinato de Charo –la amante- fue un feminicidio? ¿Feminicidio o femicidio?, ¿nos quedamos en los nombres, en las teorías, o saltamos sobre ellos y vamos hacia la realidad? Charo e Inés son proclamadas ambas víctimas del patriarcado. El coro declara que si queremos que perdure el feminismo debemos limar los feminismos y quedarnos con algunas cuestiones básicas.
Piñeiro se apoya en citas de reconocidas feministas. Alguna de las presentes defiende solo la lectura de ensayos escritos por mujeres, la postura es enseguida rebatida, no se puede caer en lo que se critica. Van cayendo capítulo a capítulo cuestiones que nos importan a hombres y mujeres. El derecho a la maternidad, pero no la que impone el patriarcado. Maternidad con responsabilidad. El feminismo y los transexuales. El tópico de actividades masculinas vetadas a las mujeres.
Después, con todo esto cada uno construye su propio relato.
Esta novela no se puede cerrar, se te queda abierta dentro.
La novela nos ofrece un final feliz que agradezco, es poco verosímil. ¿Pero, por qué no?