La leyenda de la Peregrina -2020- Carmen Posadas
Carmen Posadas en La leyenda de la Peregrina escudriña en la historia de esta perla singular, que se extrajo en aguas de Panamá y terminó en el joyero de Liz Taylor, donde la colocó su marido buscando perdón tras alguna desavenencia.
Realidad y ficción se funden en este relato, que tiene como protagonista callada esta pieza única, una perla natural en forma de gota que mide dos centímetros y medio. A través de ella recorreremos momentos de la historia desde el siglo XVI hasta la actualidad.
En 2011 un comprador anónimo la adquirió en una subasta de Christie´s en Nueva York, por bastantes millones de dólares. La perla hoy probablemente se encuentre en algún país de Oriente Medio. La propia autora, en una entrevista que ofreció con ocasión del lanzamiento de su novela, aseguraba que no consiguió saber la identidad del nuevo propietario, pero intuía que ese fue su destino.
La narración comienza con sorna: el momento en que uno de los caniches de Richard Burton se la tragó.
Se abre la novela en el siglo XVI, cuando la perla fue arrancada a los fondos marinos por Lumba. Su amo había prometido la libertad a aquel de sus hombres que le trajera una de las piezas extraordinarias que daban fama a aquella zona. Lumba arriesgó mucho y no pudo sobrevivir a la terrible inmersión que le ayudó a dar con el quimérico objeto. Los beneficios pasaron a su amada Aila que fue libre a partir de su muerte.
En la ficción narrativa llegó hasta el alhajero de Ana de Austria por la intervención inverosímil de un proveedor real de sanguijuelas. La perla se engarzó en amores de reyes niños con servidoras reales; se la tragó uno de los ilustres retratados de Las Meninas, para evitar que lo trataran de ladrón; la disfrutó una mujer que desde el prostíbulo se alzó hasta la alta alcurnia. Una conocedora de su alto valor perdió la vida por intentar salvarla del incendio del Real Alcázar de Madrid, que le deformó la cara para siempre a otra servidora real. Se escurre la perla por diversos países europeos -desde Francia a Gran Bretaña o a la Rusia de los zares- hasta cruzar el Atlántico de nuevo.
El libro está conformado por varias historias de desigual valor narrativo, todas con la perla como elemento señalado, aunque en algunas está cosida con hilo endeble.
Historias de la vida cotidiana en palacio; relatos de pasiones, muchos, con cuota homosexual; amores imposibles; enamorados anónimos; viajes de aventura con la valiosa prenda escondida en una bota. En algún momento se consideró el adorno como un antídoto contra la viruela. Y demasiados maridos acallando la conciencia culpable con su regalo.
La escritura filtra humor e ironía, junto a cierta crítica social; es ariete contra los malos reyes y reconocimiento a los grandes logros reales: La historia tomada por su parte más tópica, la más trillada; con algunos chiste previsibles.
Carmen Posadas asegura que se inspiró en El escarabajo, de Manuel Mújica Láinez. Como el autor argentino, quiso recorrer, siguiendo los brincos de un objeto, ciertos hitos históricos. Una sugerente tarea la de seguir una prenda valiosa por siglos y entornos, cuando nos deja ver quiénes la poseyeron y sobre todo cómo la habían conseguido.
Los objetos tienen el valor que cada uno les damos. La perla Peregrina significó algo muy diferente para el esclavo que la sacó del agua o para los poderosos que la tuvieron entre sus pertenencias como signo de dominio.
En una reciente entrevista en El Cultural la autora se expresaba así refiriéndose a su oficio narrativo: Bueno, en mi caso sé bien cuáles son los ingredientes que me gusta poner y siempre son los mismos: sátira social, retrato psicológico de los personajes, un poco de intriga y después revuélvase y sírvase muy frío.
Un poco de todo esto encontramos en La leyenda de la Peregrina, una novela de fórmula. La fábula de esta famosa perla en manos de esta escritora tan habilidosa se ha transformado en una lectura para el reposo.
Cuando tenemos que elegir una nueva lectura, un vértigo nos invade.
Tenemos que pensarlo bien, vamos a pasar muchas horas, días, incluso semanas, con ese texto. Si además eres de los que no pueden abandonar un libro una vez iniciado, la cosa se complica. Abandonar lo que estamos leyendo sin, verdadero, remordimiento les sucede a muy pocos.
Hay que buscar con tino.
