Las hermanas Bunner (1916) - Edith Wharton
Las descripciones de Edith Wharton consiguen hacerte atravesar la puerta de la tienda de Ann Eliza y Evelina Bunner, es muy pequeña y se sitúa en un destartalado semisótano, en una calle tranquila, ya condenada a la decadencia, se anuncia con un cartel en borrosas letras de oro sobre un fondo negro. Se puede oler y hasta sentir el mundo gastado y yermo de estas dos mujeres.
Allí viven y allí trabajan, dentro de un breve, y solo femenino, círculo de relaciones.
Se quieren las hermanas por costumbre, porque les enseñaron a quererse; como también les enseñaron a existir sin cuestionar nada.
Ni una ni otra se atreve a dejar que sus sentimientos traspasen la tela de sus vestidos.
Un reloj llega hasta la casa en forma de regalo de cumpleaños, arrastrará con él a un relojero que irrumpe en el universo de las dos hermanas, desbaratando su lenta y apacible realidad.
La tensión narrativa despega hasta robarte el aliento al final de esta breve, e intensa, novela: me duele el cinismo del hombre, me emociona la entrega incondicional de Ann.
Me sorprende que el Nueva York de principios del siglo XX, todo energía y fuerza renovadora, pudiera albergar estas vidas tabicadas de prejuicios: mujeres que se sienten en la sombra porque no hay un hombre que venga a sacarlas a la luz; que ignoraban que tenían la libertad de ser ellas mismas.
Creo que las hermanas Bunner, con otro nombre, podrían haber vivido en la España de entonces, y en la de después. Aquí también había mujeres que obedecían lo que les ordenaban las costumbres; mujeres que acallaban sus corazones apretándolos con las dos manos.