Berta Isla (2017) - Javier Marías
Desde la portada de esta edición de Alfaguara una mujer de gran atractivo nos contempla con una mirada invadida por la contención. Está fumando en su balcón, una densa bocanada de humo le sella la boca.
Esta es la imagen perfecta de Berta Isla, la protagonista de la novela. En el Madrid de los noventa, una casa acomodada, una profesora de la universidad, que comparte su vida laboral con la familiar, que la limita. Casada con Tomás Nevison, que fue su compañero de estudios en el instituto. Fueron novios desde aquellos tempranos días. Ella hará sus estudios universitarios en Madrid; pero él, hijo de inglés y española, los realizará en Oxford.
Allí, un episodio comprometido lo obligará a enrolarse en los Servicios Secretos británicos. El mito de Fausto se renueva; él no vende su alma, vende una vida pronosticada a cambio de que lo liberen de una pegajosa situación, que amenazaba con desmoronar una existencia que se presumía halagüeña.
Para su mujer y su familia, será un asalariado de la Embajada Británica y llevará a cabo su tarea entre Madrid y Londres, donde deberá pasar largas temporadas.
Un suceso penoso llevará a Berta a comprender la verdadera dedicación de su marido. Lo acepta sin queja. Nadie de su entorno escuchará su lamento, lo guarda para sí. Trata de vivir lo mejor que puede la situación que le ha tocado en suerte. Pasan los años con las ausencias continuadas e intermitentes de Tom -como también se le identifica-.
Pero en una ocasión la ausencia se alarga demasiado en el tiempo y a Berta le transmiten oficialmente la desaparición del esposo, se ha perdido todo contacto con él.
Desde entonces solo le tocará vivir en la incertidumbre de si vive o no, y Berta Isla se convierte en la novela de la espera. La mujer se transforma en una Penélope que compone una vida, entre fingida y real. Teje y desteje numerosas historias de amor.
El libro está estructurado en diez amplios apartados que transitan de la tercera a la primera personas narrativas. En el primer caso relata el desconocido que lo sabe todo, pero al que no podemos interpelar; en el segundo el que cuenta es un personaje conocido, lo que vemos tiene su sello. Son formulas diferentes que van desde el documento aséptico, lo que se ve desde fuera; hasta el escrito subjetivo de Berta Isla, repleto de las sensaciones bien matizadas.
Cuando ella descubre su doble identidad, intenta saber. Marido y mujer dialogarán sobre la necesidad de los agentes de inteligencia, esos que no son lo que fingen ser. Una labor que raya lo inmoral para el que lo ve desde fuera: el que está para hacerse amigo de los enemigos y engañar si es posible, como dice el texto en algún momento. Desde su anonimato consiguen influir sobre la ruta del universo, y los demás nos beneficiaremos. A lo largo de la historia siempre han sido necesarios. Ella no puede dejar de plantearle sus recelos porque piensa constantemente en los únicos infiltrados que ha conocido, y despreciado, los del periodo franquista. El contexto histórico se refleja con detalle.
Curiosa obra sobre espías donde los agentes no aparecen ni tampoco sus míticas misiones increíbles. Tom le llega a decir a su esposa que ella no podría ni imaginar hasta dónde ha tenido que llegar para realizar algunos de sus cometidos. Ella entonces imagina, elucubra . Y eso es lo que después nos ofrece a los lectores, vemos a través de sus intuiciones y de las informaciones que reúne estudiando. Luce la acción pero sin aventuras.
Los parlamentos entre los dos, sus vivencias se engrosan con precisas citas literarias. La narración no se detiene en el texto del libro, se prolonga con los contenidos de películas que se citan.
Esta trama sugerente se abre con un enigmático comienzo que desvela una situación anómala: “Durante un tiempo no estuvo segura de si su marido era su marido, […]”. Esto se reformula hacia el final: “Durante un tiempo no estuve segura de si mi marido era mi marido, […]”. La primera supone la reflexión que impulsa la novela; en la segunda encontramos su final, donde advertimos que no hay respuesta definitiva.
Una trama bien armada que se convierte en marco de reflexiones y cautivadoras divagaciones para el lector sobre quiénes somos, porque a veces resulta complejo reconocernos y reconocer al otro, a veces nos escuchamos mentir, no distinguimos a ese que habla.
Berta Isla es una novela sobre la identidad. Tomás, Thomas o Tom -los tres nombres lo identifican- teme en algún momento no saber quién es, y sentirá que es Berta la que le da un horizonte.
Nos planteamos si de verdad alcanzamos a comprender y a descifrar todo lo que creemos conocer.
Este relato habla sobre el tiempo, que va lijando nuestros cuerpos, nuestras mentes, nuestros pasados, nuestras vivencias. Habla sobre la memoria que deforma y transforma lo que fue.
Entre los límites de esta historia, con un final ingenioso, caben muchos pensamientos, muchas quimeras, muchos caprichos del autor que conversa consigo mismo, sin importarle quien esté al otro lado.
Pero en ese otro lado contribuye a suscitar otros pensamientos, otras quimeras y caprichos.
Javier Marías te abruma, asombro y admiración; te envuelve en su texto y sus reflexiones se confunden con las tuyas propias; descripciones largas, justas y detalladas; esforzados textos que consiguen puntualizar de manera brillante momentos complejos en las vidas y en el sentir de los personajes, que muchas veces no difieren demasiado de nuestras vidas.
En los libros aprendes a ser otro observando cómo actúan otros en determinadas circunstancias. Circunstancias que te son muy ajenas, pero que pueden hacerse reconocibles en cualquier momento.
Este libro nos obliga a dejar de vivir sin saber, porque eso es lo fácil. Nos impulsa a ahondar.
Berta Isla