Buena mar -2021- Antonio Lucas

Escribir una serie de reportajes sobre la pesca en Gran Sol llevó al protagonista de Buena mar a postularse como convidado, durante unos pocos días, en un arrastrero. Tras siete meses de respuestas negativas, aquel día la voz femenina al teléfono le respondió de manera afirmativa.

Según se había ido alargando el tiempo de espera, un cierto alivio le crecía dentro. Se trataba de una empresa complicada, iba a embutirse en una expedición de riesgo en un mundo que le era muy ajeno. ¿Pero no iba también a internarse en un mar interior? Eso sí podía ser complejo.

 “Me preparé para un viaje que en nada se parece a nada, que elegí no compartir con nadie, que nunca más repetiré. Sin experiencia en navegación, […] con más incertidumbre que entusiasmo, hallé refugio en la inestable excitación de desaparecer por unas semanas.”

Antonio Lucas aseguraba durante una charla que el narrador no era el autor, pero tenía mucho de él. Necesitaba –afirmó– a este narrador para tomar distancia con su realidad personal en aquel viaje.

“Tengo cuarenta y tres años. Pareja. Padres. Hermana. Trabajo. Amigos. Hipoteca. Dos gatos.”

Con plomo cae la identidad del protagonista.

Todo eso quedará en suspenso cuando suba al Carrumeiro, un buque de bandera española, con sede en el puerto de Vigo. En él faenan once hombres; cinco gallegos y seis africanos. Todos se disputan “la existencia con el mar”.

Un vuelo de Madrid a Cork y después, por carretera, hasta Castletownbere. Según los planes que le imponía la naviera, allí contactaría con el barco, que tenía prevista la llegada a las cuatro y media de la madrugada, para descargar el pescado capturado. El buque zarparía horas después, a las cinco de la tarde, ya con él a bordo. Una travesía de diez o quince días “sin mucho descanso ni tierra a la vista. Volveréis para la descarga; tú bajarás y ellos continuarán para otra marea.”

Para él solo una fracción de vida, para los otros la vida. El libro relata lo que va desde el momento de la subida a bordo hasta su vuelta: se adentra en una especie de burbuja en la que espacio y tiempo tendrán otra medida.

Con frases cortas, rápidas y aceradas nos va colando en su espera en tierra, llena de agitación contenida. El barco se perfila puntual en el puerto, y él se presenta ante el patrón. Pocas palabras usa Antonio Lucas para dejarnos el repleto retrato de este hombre de mar, como un grabado en piedra.

Cuando ya ha tomado posesión de su rincón en el buque hacia media tarde, Antonio Lucas vuelve su texto hacia la madrugada, cuando el navío maniobraba para el atraque. El texto se balancea adelante y atrás, como el agua tranquila que va y viene, golpeando el casco del Carrumeiro.

Después del patrón, los otros integrantes de la tripulación van tomando contacto con el recién llegado. Los cuatro gallegos enseguida, interesados por los motivos que le han llevado hasta allí: Anxo, jefe de máquinas, a seis meses de la jubilación; Xouba, el cocinero; Bieito, Graxa. Qué hondo entra Antonio Lucas en los personajes.

Los seis africanos, sin embargo, se ocultan detrás de sus silencios. La lengua hace brechas en la comunicación. El marroquí sí habla con él, hasta le cuenta su duro periplo vital, pero prefiere callar por no despertar el recelo entre los senegaleses, que son más huidizos.  “Aquí lo mejor es lo tuyo y no pensar. Es lo que hacemos todos. Trabajo y callar.”

Se palpa la corrección; se huyen los afectos y los excesos.

La vibración, el ruido, la incomodidad, la sensación de inestabilidad, la náusea serán compañeros de viaje.

La singladura se verá también escoltada por reflexiones con las que nos salpica; nos complace. Sus cavilaciones alcanzan su interior, su sentir, y el de los otros.

“Gran Sol no dispensa bondades, ni acepta dudas, ni aplaude heroísmos. Y jamás invita a la calma.” Se revela con toda sus asperezas. Allí nada se seca nunca, viven empapados; allí la muerte es una presencia constante, por un accidente posible o como en la tempestad que tiene que soportar, y que para los pescadores no es de las peores.

“Los tres timbrazos. Los tres graznidos. La alarma seca y tensa como un zarpazo en lo oscuro.” Cada tres horas la misma ristra calamitosa para sacar el copo. Él lo escucha todo desde su camarote, no le está permitido hacer, solo contemplar.

“[…] este oficio es lo que ves y lo que no ves.” Le dicen, como la historia de este libro, que se mueve en dos planos, lo que se vive en el mar y lo que se vive en el interior de un hombre, que está conociendo a otros hombres y a sí mismo, que trae hasta aquí la realidad que dejó en Madrid.

La vida dura de los pescadores y la denuncia del inmisericorde negocio que juguetea con ellos son protagonistas junto al relato más existencial de este periodista.

Narra un poeta y el texto se llena de imágenes brillantes que matizan, que modelan, que se adentran en el espíritu de estos seres inermes frente al mar y frente a la vida.  

Es fácil imaginarse algo de esta vida rugosa y desigual, es difícil convertirla en palabras.

Poco a poco iremos excavando hasta llegar a lo más profundo del que escribe y de algunos de los que encontró en el mar.

Vamos resbalando de un contenido a otro, de un día a otro, de una impresión a otra. El mundo de fuera atraviesa las paredes de la burbuja que creció alrededor del barco: Madrid, su pareja; las historias que le cuentan los otros.

Por debajo de detalles costumbristas, el lápiz aquí dibuja los sentimientos que se llevan prendidos dentro. Esos que muchas veces dejas de lado, por miedo, porque no sabes si serás capaz de afrontarlos. Él se mira, tú también.