Pasar al contenido principal
El libro del placer en la cocina, en la mesa y en las historias entrañables.

Los misterios de la taberna Kamogawa -2023- Hisashi Kashiwai

“-¿Qué plato está buscando?

-La cuestión es que no lo recuerdo bien: estoy hablando de un plato que comí hace más de cincuenta años, y solo una vez –respondió Nobuko azorada.”

Todos acuden a la taberna Kamogawa cuando desean recuperar el sabor de algún guiso que tomaron una vez, o que formaba parte de los hábitos de comidas en la casa familiar. Un alimento relacionado con un ser querido, porque se tomó en su compañía o porque era quien lo creaba en sus fogones.

Nagare Kamogawa, el responsable de los fogones cocina ilusiones, consigue satisfacer a los que allí se presentan buscando un pasado a través del paladar.

El establecimiento se anunciaba en una exclusiva revista culinaria como una “agencia de investigadores gastronómicos”. No era fácil llegar hasta allí porque se encontraba en un rincón apartado, sin ninguna señal externa.

Aquel comedor gozaba de la magia del sitio escondido, del lugar exclusivo para unos pocos escogidos. Todos movidos por el anhelo de recuperar lo irrecuperable, lo que el tiempo ya se llevó.

“El restaurante estaba vacío: […] No vio a nadie, pero percibió un remanente de calor humano o algo así. No había duda de que aquella taberna era muy especial.”

Seis relatos componen esta narración reiterativa, pues todos los fragmentos se sustentan en la misma armazón. El autor es sistemático y demasiado previsible, a veces comete el error de citar algún elemento de la decoración dos veces. Quizás el autor concibió seis piezas aisladas. Cuando te das cuenta que la primera historia se acaba, es imposible no sentir una cierta decepción, un algo de desasosiego.

Juan Carlos Galindo enmarca estos relatos dentro de lo que él clasifica como “subgénero apacible del ‘noir’”: “Misterios protagonizados por una detective ‘amateur’, ausencia de sangre, humor socarrón y localizaciones idílicas.”

Las seis historias que se reúnen en Los misterios de la taberna Kamogawa se deslizan en gran parte sobre esta estela. Aunque el detective aquí no es ni mujer ni aficionada, es un antiguo policía, refugiado hoy en los fogones de su taberna. Sí es cierto que en las indagaciones  lo ayuda su hija Koishi. En esa ausencia total de sangre hay coincidencia. Provoca la sonrisa frecuente, se agrega una pizca de sorna y un ambiente obsequioso que arrastra un sentimentalismo algo insulso e incluso anticuado, que a veces puede complacer, pero nunca cautivar. Unos personajes estereotipados participan de unas entrañables historias siempre relacionadas con la familia o con alguien que ya no está.

El libro es un tributo a la tradición culinaria japonesa. Todos son acogidos con unos suculentos platos elegidos y cocinados por Nagare Kamogawa, el alma de la taberna. Todos quedan extasiados ante sus cuidados logros, que aparecen distribuidos en pequeños recipientes cuyos materiales, singulares, realzan los contenidos. Hasta los detalles minúsculos tienen su valor.

 “La ensalada de calamar luciérnaga con algas «wakame» está aliñada con salsa «sumiso». Aquí tiene ternera de Omi guisada durante toda la noche y alitas de pollo rebozadas y fritas. En el cuenco de sopa, buñuelos «shinjo» de almejas y brotes de bambú, pero si lo prefiere le traigo arroz blanco. Puede repetir de todo.”

Este prestidigitador de sabores te enseña a disfrutar con las cosas que tienen escasa cotización y un alto valor. Nos invita a degustar la vida a pequeños bocados, porque todo cuenta.

Nagare se quita el delantal para vestirse de investigador y conseguir el sabor que se le demandó. Durante unos días deja la taberna y se mete de lleno en las pesquisas en aquellos lugares y con aquellas personas que puedan ayudarle. Pero nosotros no lo vemos, recibimos después su relato, por dónde se movió, con quién habló. La resolución del acertijo arrastra la lógica como herramienta. Se trata de deducciones inteligentes, aunque en gran medida inverosímiles. Más que la actividad de un investigador es la de un superhéroe, por todo lo que consigue en poco tiempo y por la suerte que le acompaña en sus hallazgos.

El cliente recupera el sabor añorado y entonces pregunta cómo pagar, la respuesta siempre es la misma: ingresando la voluntad en una cuenta. El valor de lo inmaterial es difícil de cuantificar, cada uno ha de ponerle su precio.

Recuerdan la seriación que nos encontrábamos en los casos de los clásicos detectives de los primeros tiempos. Pero también esta estructura repetitiva recuerda el libro de El conde Lucanor, también se transparentan ciertas moralejas.

Comentarios

Añadir nuevo comentario

HTML Restringido

  • Puede alinear imágenes (data-align="center") pero también videos, citas, y demás.
  • No sólo puede subtitular imágenes (data-caption="Text"), sino también videos, blockquotes, y mucho más.

Entradas recientes

Sobre mí

Me siento a gusto entre libros, por eso me decidí a crear esta web. Solo pretendo aquí convertir en palabras ciertas sugerencias que me ofrecen algunos de los libros que leo.