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Christopher es un adolescente con TEA. Un libro para conocerlo y conocerse.

El curioso incidente del perro a medianoche -2003- Mark Haddon

Dos contenidos bailotean entre estas páginas, van caracoleando hacia la superficie como dos burbujas en un líquido.

Los dos están formulados en una cercana primera persona, uno desenvuelve las experiencias vitales de Christopher, un adolescente con TEA. Otro, un relato suyo de tintura detectivesca.

El primero alza su significación sobre este segundo por su alcance más emotivo. Según avanzas en la lectura, eres consciente de lo difícil que puede ser la vida para el diferente. Nos va creciendo una enorme empatía hacia Christopher,  cuando descubrimos su compleja cotidianidad. Este conocimiento nos acerca tanto a él como a su familia, y nos arrima por contigüidad a todos los distintos.

Pero el libro contiene también esa investigación, iniciada por el adolescente cuando descubrió una noche el perro de su vecina tumbado en el jardín, sin ningún signo de vida: “Acaricié a Wellington y me pregunté quién lo habría matado y por qué.”

Con lo que va averiguando, determina escribir una novela policiaca. Le gustan porque son un acertijo, y a él los acertijos le atraen. Consisten en hallar respuestas a distintas cuestiones que surgen.  Se identifica con su admirado Sherlock Holmes. El mundo está lleno de cosas obvias de las que nadie se da cuenta; Holmes sí, igual que él.

La que estamos leyendo es la novela que Christopher ha ido componiendo. En ella ha mezclado, junto a sus pesquisas, el relato de su propia vida, que se va desplegando ante nosotros. Él busca al asesino de Wellington y nosotros le descubrimos a él.

Este adolescente está escolarizado en un centro para alumnos con necesidades educativas especiales. Me temo que nuestras modernas sociedades agrupan en estos espacios a chicos muy diversos, sin contar con las peculiaridades de cada uno, sin dar respuestas específicas a cada caso. Solo algunos trabajadores se entregan a la realización de sus funciones y se producen resultados muy favorables. Christopher hace muchos progresos en el centro bajo la supervisión de Siobhan, una de estos profesionales.

Estas páginas nos ponen frente a una cuestión delicada, esa que se refiere a nuestra relación con el distinto.

A veces no miramos al dispar, nos resulta incómodo interactuar con él. Quizás es que no nos han enseñado, quizás es que no nos ha interesado aprender. Nos cuesta aceptar al otro.

El propio Christopher expresa su estupor ante la naturaleza de algunos de sus compañeros; el que se lo come todo, que llegó a tragarse un billete de cincuenta libras,  o el que solo asiste un día a la semana porque ni siquiera puede comer solo. Llega a decir que un perro es más listo que él. Siobhan le pide que no les diga eso a sus padres. El chico dice lo que siente, otros piensan eso mismo pero no se atreven a expresarlo.

Nos brota cierta risa y se nos encoge el ánimo. Se perciben muchos dramas familiares y personales. Las calles y nuestros vecindarios ocultan demasiado dolor detrás de las paredes, donde se callan tantos escollos.

“Y todo el mundo tiene necesidades especiales, como Padre, que tiene que llevar siempre encima una cajita de pastillas de edulcorante artificial que echa al café para no engordar, o la señora Peters, que lleva en el oído un aparato de color beis para oír mejor, o Siobhan, que lleva unas gafas tan gruesas que si te las pones te dan dolor de cabeza, y ninguna de esas personas son de Necesidades Especiales, incluso aunque tengan necesidades especiales.”

Esta reflexión de Christopher no necesita comentarios.

Cuando Siobhan supo de sus deseos de escribir le animó y le aconsejó que lo hiciera sobre algo que él mismo quisiera leer. En general él solo leía referente a ciencias y matemáticas y consideraba las novelas en muchas ocasiones incomprensibles, cuajadas de metáforas que él era incapaz de descifrar. Una vez les mostró un pasaje a varios adultos de su entorno y le aseguraron que ellos tampoco entendían nada.

Siobhan intentó explicarle que normalmente en las novelas policiacas el muerto es una persona, pero él le respondió que no conocía a ningún fallecido de manera violenta. Y como él solo podía escribir sobre cosas reales, que él hubiera visto y vivido, el caso de este perro de su vecina era el adecuado para plasmarlo en un libro. Además a él le gustaban los perros. 

“Me llamo Christopher John Francis Boone. Me sé todos los países del mundo y sus capitales y todos los números primos hasta el 7.507.”

Sabe todo esto pero le cuesta relacionarse con otros seres humanos. Le gustan las listas, los esquemas y la verdad, pero odia el amarillo, el marrón y el contacto físico. Es extremadamente observador y es patológicamente incapaz de decir mentiras. Tiene dificultades para entender el comportamiento humano o reconocer sus expresiones. 

Hasta aquí el joven, pero ¿qué hay de los adultos que lo rodean? Salvo Siobhan nadie parece aceptarlo como es. En el colegio se adivina la tolerancia institucional, en su familia se intuye el desconcierto que supuso tener un niño al que no sabían cómo tratar, que no actuaba como se podría esperar: “Y él [el padre] dijo que tú no podías evitarlo. Y yo [la madre] dije que tampoco yo podía evitarlo y que sencillamente perdía los estribos.”

Ningún reproche cabe aquí, sencillamente esto nos invita a pensar que cada uno, a nuestra manera, tenemos que acercarnos más a los otros.

Él cuida de su rata Toby como su familia o la sociedad no ha sabido cuidar de él.

El curioso incidente del perro a medianoche se encuentra envuelto con un celofán de cierto optimismo y un no sé qué de ilusorio; pero, detrás de las sonrisas que provoca, deja un regusto amargo al pensar en cuánto ignoramos a los demás.

Christopher quiere ser astronauta para sentirse aislado del mundo; desea vivir en el fondo del mar, bajo toneladas de agua, para estar lejos de los demás. Una sociedad que no hace mucho por contactar con él, por atraerlo, está fracasando.

 

 

Comentarios

Gracias por la reseña. Emociona desde el principio al final, enternece y "duele" ese reconocimiento de que estamos todos en un mismo barco en el que es difícil comunicarse realmente con los otros, otros como uno mismo, seguramente con necesidades especiales. Gracias de nuevo por animar a leer.

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Me siento a gusto entre libros, por eso me decidí a crear esta web. Solo pretendo aquí convertir en palabras ciertas sugerencias que me ofrecen algunos de los libros que leo.