El mercader de libros -2020- Luis Zueco
El mercader de libro se puede ver como un libro tumbona porque se concibe para leer recostada y cómoda, y es también de esas lecturas que te exigen poco esfuerzo y se convierten en la evasión que se necesita en algún momento. Borran el entorno y consiguen aislarte.
¿Eso lo convierte en un libro de peor calidad que esos otros que reclaman una mayor atención? ¿Son mejores los textos que exigen más colaboración del que lee, en los que no puedes dejarte mecer por las páginas, como en el caso de este?
Un libro poltrona sigue la estela de las narraciones tradicionales y de los cuentos que nos deslumbraban, cuando los escuchábamos de pequeños, y que nos siguen atrayendo ya mayores. El contenido del relato se une a ese tono cálido que te cautiva con sus inflexiones de voz.
Enfrente, quizás solo al lado, se halla el libro silla, más ligados a la reflexión, al estudio.
Pertenecen a momentos de lectura diferentes. En los dos tipos puede haber obras de calidad y textos deslucidos.
Encontré el título de El mercader de libros en una nota pinchada en el corcho que me ayuda a recordar. Imposible saber desde cuándo permanecía allí o de dónde salió. Otra vez el azar me ponía un libro en las manos.
Una búsqueda en Google para saber algo más me mostró que se trataba de una novela histórica con intriga. Prometía. Lo encontré en la biblioteca: era un tocho. Salí con él abrazado, como hacía con los libros, al salir del instituto. Los dedos resbalaban sobre el plástico del forro, tenía arruguitas; sentía una cierta incomodidad como de algo mal acabado.
Llegué a mi casa, era sábado y no tenía nada previsto. Abrí la novela y me tiré dentro.
Ausburgo 1516, Thomas Babel es en esos momentos un joven de algo menos de veinte años. Su madre había muerto cuando era pequeño y su padre siempre lo cuido por los dos. Aprovechando que era cocinero para la poderosa familia Fugger, consiguió que el muchacho se formara con los hijos de la casa.
Los libros siempre fueron compañeros queridos para Thomas y terminarán por compartir con él el protagonismo de la novela.
El padre le hablaba de lugares exóticos y sugerentes, como las Islas de las Especias o el ilusionante Nuevo Mundo. Sembraba en el joven deseos de volar y anticipaba parte de la trama, bien construida.
Ocho partes, divididas en capítulos cortos con títulos muy descriptivos que te van conquistando.
El abuso de poder arrojó a Thomas Babel hacia un incierto destino. Vestido de aventurero forzoso, crecerá siempre con el abismo amenazante de la traición y la tranquilizante compañía de la lealtad.
Se verá obligado a abandonar su tierra y huir. Norte de Italia, Flandes, España, y allí, finalmente Sevilla, donde transcurre la mayor parte de la novela.
El no busca aventuras, estas lo buscan a él.
En Amberes, Thomas ingresó como aprendiz en una imprenta. Vuelve con sus viejos amigos los libros y entra en contacto con las nuevas ideas que crearán al nuevo hombre. El momento histórico se va desplegando entre las páginas: un tiempo nuevo se va abriendo paso, nuevas tierras, nuevas circunstancias, nuevos productos. La lectura se llena de interés.
En el texto las explosivas relaciones amorosas se inscriben en el apartado de lo inverosímil, junto a otras circunstancias que también lo son. Pero en ambos casos ponen el picante que necesita la obra para ganar acicate lector de tono menor.
El libro vira hacia lo detectivesco cuando se une a un mercader de libros al que le han encargado la búsqueda de un ejemplar peculiar.
Son varios los guiños literarios, aparece de manera constante el tributo al libro y a la palabra, a su poder para cambiar el mundo, con la biblioteca de Hernando Colón en el fondo.
No faltan mujeres bellas y enigmáticas; amigos que serán para siempre, de todas las condiciones; amores de comedia; detalles de aquella vida sevillana; hay muertos, heridos, peleas…
¡Cómo puede salir vivo Thomas de tantas afrentas! ¿Imprecisiones? Da igual, sigo leyendo.
El mercader de libros